jueves, 12 de noviembre de 2009

Sor Juana y la Geometría

Enrique Arias Valencia

¿Cómo es el espacio que nos rodea? ¿Qué forma ostenta, si es que forma tiene? ¿Podemos definir el espacio? Las pirámides de Egipto han asombrado al mundo con su perfección simétrica desde hace varios siglos. He aquí la pirámide de Keops. Su altiva figura resguarda los más selectos misterios y su orgullosa punta señala con serenidad al infinito; pero, ¿acaso es infinito el espacio en que vivimos?

Cada una de las cinco aristas de la pirámide de Kefrén es un homenaje a los prodigiosos matemáticos que concibieron el edificio. ¿He dicho matemáticos por referirme a arquitectos? ¿No acaso debe saber uno lo que sabe el otro? ¿Dónde están los límites entre una y otra ciencia? ¿No podría guiarnos una ciencia hacia la otra?

A los pies de la pirámide de Micerinos podemos preguntarnos cuántos siglos han pasado desde que se colocaron las piedras imperecederas que la elevan. Frente a la inmortalidad de las pirámides, ¿qué es el hombre, sino una sombra pasajera? ¿No será el mundo una sombra de otro mundo? Después de todo, ¿quién puede hacer visible lo invisible? Es así que fue a la sombra de las pirámides de Egipto donde Tales de Mileto dedujo la teoría de los triángulos semejantes, y asimismo fue en Egipto donde Pitágoras se instruyó para después afirmar que la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado que se traza en la hipotenusa. Crítico de las invenciones del dios Toth, Platón estudió las secciones cónicas y después dividió al mundo con una sola línea. Euclides de Alejandría respondió a la pregunta: Dado el plano, ¿cuál es la distancia más corta entre dos puntos? Una recta. Ahora bien, educado en la helenizada Alejandría, Arquímedes con sus espirales quizá también fuese deudor del antiguo Egipto. ¿Y si la forma del mundo no fuese sino una espiral?

Y los siglos pasan frente a las pirámides, y otros estudiosos llegan. ¿Es infinito el espacio que nos rodea? Éste es un problema geométrico que los pensadores del Renacimiento contestaron con los siguientes recursos: la matemática, la filosofía y la teología. Es así que el cardenal Nicolás de Cusa planteaba que si reconocemos que somos ignorantes, entonces hemos instruido a nuestra ignorancia. Si llevamos esto a considerar la ignorancia de una mente finita que trata de comprender el problema del infinito, llegaremos a la docta ignorancia. El cardenal usó un método geométrico para exponer sus ideas. En su libro La docta ignorancia, Nicolás de Cusa sostiene que:

“No siendo posible que el mundo se encierre entre un centro corporal y la circunferencia, no se entiende el mundo cuyo centro y circunferencia es Dios”.(1)


Y aquí es donde hace su aparición el Fénix de México, sor Juana Inés de la Cruz, pues nuestra religiosa estaba interesada en varios de los asuntos que hemos esbozado arriba. Recapitulemos: El espacio, las pirámides, las sombras, las espirales, el infinito, Dios. Todos estos temas los tratará sor Juana con pasión poética, pero además con científica soltura. Las pirámides son el punto de partida de uno de los poemas más famosos de sor Juana, Primero sueño, donde la sombra se mueve hasta los más recónditos puntos del espacio infinito buscando conocimiento. Por su parte, Octavio Paz, en su célebre estudio sobre nuestra monja sostiene que la estructura argumental de la Respuesta a sor Filotea de la Cruz es una espiral,(2) y también podemos advertir que Dios es una constante de las poesías religiosas de sor Juana.

Una de las lecturas favoritas de sor Juana, bien nos lo ha señalado Octavio Paz, eran las obras del conspicuo sacerdote jesuita Athanasius Kircher, uno de los primeros divulgadores de la ciencia que registra la historia. Ahora bien, sor Juana asimismo estuvo muy influida por las tesis geométricas del cardenal Nicolás de Cusa; sin embargo, en cierto momento de sus reflexiones, la religiosa parece confundir al cardenal de Cusa con el jesuita Kircher,(3) cuyo nombre ella castellaniza como R. P. Atanasio Quirquerio y así en la Respuesta a sor Filotea de la Cruz, la monja afirma que:

“Así lo demuestra el R. P. Atanasio Quirquerio en su curioso libro De Magnete. Todas las cosas salen de Dios, que es el centro a un tiempo y la circunferencia de donde salen y donde paran todas las líneas criadas”.(4)


El docto Nicolás postulaba que el mundo es una imagen de Dios. Ahora bien, si Dios es infinito y uno, el mundo, en tanto imagen de Dios, participa de lo infinito y lo uno. Esta tesis geométrica sirve para proponer la infinitud del Universo, pues la circunferencia se trazaría allende todos los lugares, es decir, en el infinito. En consecuencia, según Nicolás de Cusa la Tierra no es el centro del Universo, pues el infinito carece de centro, y la circunferencia del Universo no estaría en lugar alguno. El paso a la física y astronomía modernas se hace irresistible. ¿Qué tan lejos llevó sor Juana el argumento de la infinitud geométrica que ella cita en la Respuesta? En el Primero sueño leemos:

así la humana mente
su figura trasunta,
y a la Causa Primera siempre aspira,
–céntrico punto donde recta tira
la línea, si ya no circunferencia,
que contiene, infinita, toda esencia–.(5)


Por lo tanto, la mente aspira a la infinitud de un ser infinito porque ella misma es un reflejo que está contenido en dicha infinitud. La circunferencia infinita de Dios, en tanto que Causa Primera,(6) contiene a todos los seres.

El argumento ha pasado por varias y muy ilustres cabezas y manos, y es así que también el filósofo Giordano Bruno llegó a enunciarlo. Una de las versiones más famosas de este razonamiento dice que Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. La ortodoxia católica afirma que infinito, sólo Dios. Por contra, Giordano Bruno sostenía que el Universo asimismo es infinito, e incluso bien podríamos decir que son idénticos. La Inquisición lo condenó a morir en la hoguera por esas y muchas otras herejías. En contraste, no deja de ser en cierta forma irónico que sor Juana fuera llamada el Fénix de México, un ave que resurge de sus cenizas para mostrarnos sus reflexiones en torno a una nueva geometría, la de una circunferencia “que contiene, infinita, toda esencia”. Por consiguiente, para sor Juana la geometría es metafísica.


Notas

1) Nicolás de Cusa, La docta ignorancia, Buenos Aires, Orbis, 1984, 1ª Edición, p. 126.

2) Así lo afirma Paz: “La forma que adopta su argumentación es la de la espiral: cada avance es un regreso”. Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, Barcelona, Seix Barral, 1982, 1a. Edición, pp. 550. No obstante, yo creo que con cada vuelta de la espiral los puntos se alejan cada vez más del centro, como en un proceso de crecimiento, pues así sucede con las espirales logarítmicas.

3) Es a Octavo Paz a quien debemos la corrección. Cf. Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, Barcelona, Seix Barral, 1982, 1a. Edición, pp. 427, 492 y 544.

4) Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas, México, Editorial Porrúa, 2004, 14a. Edición, (Col. “Sepan cuantos...” 100), p. 833.

5) Sor Juana Inés de la Cruz, Obras completas, México, Editorial Porrúa, 2004, 14a. Edición, (Col. “Sepan cuantos...” 100), p. 191.

6) Cf. Aristóteles, Metafísica, libro decimosegundo, Λ, 1069a-1076a, VI. “Es preciso que exista una esencia eterna, causa primera de todas las cosas”. Cf. también Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Ia (Prima), Cuestión 44: “Sobre las criaturas en cuanto procedentes de Dios y sobre la primera causa de todos los seres”.

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